MUSEOS DE LA SEDA / SILK MUSEUMS
de los tejidos de borra es realmente hermoso, aunque raramente se utilizaron en indumentaria. Los métodos hasta ahora descritos son los que han pervivido en el ámbito rural pues, como dijimos más arriba, hubo algunos intentos fabriles que montaron sus obradores en la capital de la isla, donde se emplearon ciertas mejoras que aligeraban los laboriosos procesos relatados. En dependencias municipales, en el antiguo convento de San Francisco de Santa Cruz de a Palma, se conserva una máquina torcedora de madera de pino canario capaz de mover treinta husos de cristal a la vez, que se accionaba manualmente. Desconocemos si se trata de un ingenio local o una réplica de un invento foráneo. En caso de que fuera lo primero, constituiría un claro ejemplo del encomiable espíritu creativo y la laboriosidad de los palmeros, que desde tiempos de la colonización tienen fama por ello dentro del archipiélago. El fatigoso proceso de las manipulaciones de la seda, que en reglas generales siguió los cauces tradicionales, llegó hasta nuestros días en todas sus fases sin ningún tipo de evolución o modernización, pudiéndose afirmar, que esta industria-reliquia sigue los mismos métodos empleados por los musulmanes que invadieron la Península Ibérica en el siglo VIII. Manuel Garzón Pareja en su libro “La industria sedera en España. El arte de la seda en Granada”, describe un torno de seda de los utilizados en la península en aquellos tiempos, y por un momento podríamos pensar que describe los de La Palma, si no fuera por algunos materiales ajenos a la isla: “...comenzaba por construir con adobes y barro el horno, sobre el cual colocaba una caldera especial de cobre ancha y con poco fondo denominada perola, con palos de morera, troncos de girasol, cañas y cuerdas de esparto formaba el tinglado de su torno...”. Las partes esenciales del torno indicado según el mismo estudio eran: la perola, las ruedas (aspas), el garruchal (los carretes), el morterillo, que imprime a la guía el movimiento de vaivén para conducir la hebra de seda a formar la madeja, y la aguja, que elevadas en la guía dejaban pasar la hebra que sale de los capullos y va a las aspas a formar la madeja. 14 La industria de la seda tuvo un rápido desarrollo en Italia, donde a finales del S. XVI y principios del XVII se practicaban sistemas de torcido de la seda mediante rudimentarias máquinas. En 1607 se publicó en Padua un libro donde se difundían los secretos de estas máquinas torcedoras, lo que contribuyó a su rápida difusión por Francia y más tarde a Inglaterra, donde el sistema fue perfeccionado y patentado en el siglo XVIII por los hermanos John y Thomas Sambe, que habían conocido los métodos empleados en el Piamonte italiano. A los primeros logros le siguieron una larga sucesión de inventos y perfeccionamientos que concluyeron en la industrialización. 15 Este primitivo método de obraje de la seda y estas razones expuestas, además de la toma de consciencia por parte de las entidades oficiales 14 Garzón, 1972: 196 15 Barella, 1982: 45 79
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