MUSEOS DE LA SEDA / SILK MUSEUMS

Las migraciones de artesanos y comerciantes, las transferencias de saberes y tecnologías, son fenómenos clave para comprender el mestizaje de ideas y fomentar la integración de culturas (Navarro, 2013). Nuestros museos presentan una enorme diversidad fruto de una tradición compleja y peculiar. En las últimas décadas han tenido una presencia destacada los museos pertenecientes a instituciones públicas. Comprobamos que todas las figuras institucionales imaginables de perfil público necesitan disponer de un escaparate bien visible, y en ese sentido han nacido museos con presupuestos extraordinarios (siempre pendientes exclusivamente del erario público) con siglas que todos conocemos. Estos museos, en la medida de sus posibilidades, han mantenido muchas de sus estructuras transitando por un camino de escasez durante los años de crisis económica que venimos padeciendo. Con mayor o menor acierto, siguen enfocando una realidad que ya no es la de hace décadas, y eso les obliga a perder fuelle, a vivir encaramados en un escenario que no favorece los esplendores de antaño. Víctimas de una falta de planificación y pendientes de una reestructuración que parece que nunca llega, los museos de las administraciones públicas se ahogan en su perentorio esplendor. Frente a esta situación que padecen los museos que son escaparates de las instituciones públicas, están naciendo originales iniciativas de corte más realista, algunas vinculadas a familias con fortunas propias, otras que surgieron del espíritu de coleccionistas aguerridos, y en el caso que nos ocupa, un Museo de la Seda que recoge la tradición de más de cinco siglos de un gremio de fabricantes y comerciantes de tejidos de lujo. En realidad, el actual Museo de la Seda nació como entidad hace algo más de quinientos años, ya que tenemos constancia de la existencia de este acervo cultural y económico desde hace cinco siglos. Este patrimonio acumulado se inició en el momento esplendoroso de la València de Alfonso el Magnánimo, en los orígenes de la preponderancia valenciana en el Mediterráneo, en el momento histórico de los papas de la familia Borja, en el bautismo literario del Tirant lo Blanc , en un escenario plural donde todavía se compartían culturas y religiones diversas. En aquella València tardomedieval que el escritor Ferran Cremades describió magníficamente en su novela La Regina de la pobla de les fembres pecadrius (Cremades, 1980), y que tantos historiadores han relatado y siguen estudiando desde lo académico y desde las narrativas de ficción, surgió con fuerza el espíritu corporativo que hizo posible el nacimiento del Col·legi de la Seda, posteriormente ratificado por decretos y ordenanzas reales como Col·legi de l’Art Major de la Seda de València. La carga histórica que caracteriza la institución es la mejor tarjeta de presentación para este museo que es historia, que es actualidad, y que es futuro. GENERAR RECURSOS PROPIOS PARA MANTENER LA INDEPENDENCIA Tras más de cinco siglos de vicisitudes, que siempre merecen ser rescatadas por diferentes medios (publicaciones escritas, estudios, proyectos, exposiciones, películas y series, merchandising diverso), ahora conviene transmitir este legado de forma atractiva con planteamientos serios y atractivos, para lo cual se debe contar siempre con los mejores 37

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